“¿Qué es un sans-culotte, señores granujas? Es un ser que va siempre a pie, que no tiene millones, ni castillos, ni criados para servirle, y que habita sencillamente con su mujer y sus hijos en un cuarto o quinto piso. Es un hombre útil, pues sabe labrar un campo (...), hacer zapatos y verter hasta la última gota de su sangre por la salvación de la República (...). Por la tarde, el sans-culotte se presenta ante su Sección, no empolvado, almibarado, bien calzado y con la esperanza de que le vean todas las ciudadanas de las tribunas, sino para apoyar con todas sus fuerzas las mociones buenas y para pulverizar aquellas que proceden de la abominable facción de los hombres de Estado. Por lo demás, un sans-culotte tiene siempre su sable afilado para cortar las orejas de todos los malévolos (...) mas al primer redoble de tambor lo veis partir para el ejercito...”         
Fragmento de una hoja de propaganda de una Sección parisina
 
  • Que todos los artículos de primera necesidad sean fijados de acuerdo con los de los años anteriores a 1790.
  • Que los precios de las materias primas sean fijadas también de manera que los beneficios de la industria, los salarios del trabajo y las ganancias del comercio, que estarán reguladas por la ley, permitan al industrial, al cultivador, al comerciante y al trabajador procurarse  de las cosas indispensables para subsistir.
  • Que los agricultores que por cualquier causa hayan perdido la cosecha sean indemnizados por el Estado.
  • Que sea fijado un máximo para las fortunas.
  • Que nadie pueda tener alquiladas más tierras que las que son necesarias para una cantidad determinada de aperos de labor.
  • Que un mismo ciudadano no pueda tener más que una tienda, un solo taller...
  • Que los anteriormente llamados nobles, no puedan ejercer ninguna función militar ni ocupar ningún empleo público; que los antiguos parlamentarios, financieros y sacerdotes sean destituidos de todas sus funciones administrativas o judiciales.
La sección de los sans-culotte piensa que todas estas medidas llevarían a la abundancia y tranquilidad, haría desaparecer poco a poco la demasiada desigualdad de las fortunas y acrecentarían el número de propietarios.
Peticiones de los sans-culottes a la Asamblea en 1793